Voz: Rocío Márquez. Guitarra y
composición: Pacoseco. Clarinetes y saxo soprano: Miguel Domínguez. Lugar: Sala
Joaquín Turina, Sevilla. Fecha: Viernes, 15 de marzo. Aforo: Media entrada.
Con esa frialdad que suele acompañar a lo heroico. La música de Pacoseco queda bien definida por su nombre artístico: austera, esencial, pulida. Perfecta, con todo lo que ello implica también de frialdad, como digo. Sus composiciones son muy físicas, épicas, muy rítmicas, y de ellas parece excluido todo efluvio sentimental. Por eso cuando Rocío Márquez se arrancó a capella por fandangos de Vallejo el teatro se puso en pie. Fue una combinación perfecta. Márquez se acomoda bien en este grupo: la pulcritud, la exactitud, es una buena base para que su voz vuele y para que despliegue de forma natural su elegancia característica.
Con esa frialdad que suele acompañar a lo heroico. La música de Pacoseco queda bien definida por su nombre artístico: austera, esencial, pulida. Perfecta, con todo lo que ello implica también de frialdad, como digo. Sus composiciones son muy físicas, épicas, muy rítmicas, y de ellas parece excluido todo efluvio sentimental. Por eso cuando Rocío Márquez se arrancó a capella por fandangos de Vallejo el teatro se puso en pie. Fue una combinación perfecta. Márquez se acomoda bien en este grupo: la pulcritud, la exactitud, es una buena base para que su voz vuele y para que despliegue de forma natural su elegancia característica.
De hecho, a ‘La tarara de Camarón, a ‘Los cuatro muleros’ de
Marchena, a ‘Los Peregrinitos’ de la Niña de los Peines o Pericón, hay que
sumar ya ‘Las morillas de Jaén’ de Márquez y Pacoseco Trío. Muy físico, como
digo, este romance fronterizo, melismático, misterioso, secreto, como las
emociones de su compositor. Pacoseco ha sabido sacar todo su jugo al ritmo
ternario popular hispano, a la seguidilla. Estas canciones populares son un
éxito desde que Lorca y La Argentinita las grabaran en 1931. No todas las
versiones han sido flamencas, naturalmente, aunque las más interesantes son las
flamencas: a las dichas hay que sumar las de Carmen Linares y Rafaela Carrasco:
no nos olvidemos que La Argentinita era una bailaora y que su grabación
lorquiana tenía su versión coreográfica. Música de raíz, señalaba el programa
de mano.
No conozco música sin raíces. La de Pacoseco en concreto suena recién parida, con el marchamo propio de este tiempo de virtuosos y con guiños o referencias, conscientes o no, a todo tipo de virtuosos de todos los géneros, incluyendo los del jazz de los 50 y 60 en la pieza que abrió la noche. Música perfecta, sí, en la que, de cuando en cuando, en alguna variación escondida, surge la vida. La vida, que mancha, que emborrona, y que está lejos, por suerte, de la perfección.
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