La Lámpara Minera, máximo
galardón del Festival Internacional del Cante de las Minas, viaja a Huelva. El espectáculo de la final rayó a una altura artística enorme, por
encima de algunas de las galas de este año. Y les recuerdo la nómina de los
protagonistas de las galas de La Unión en 2013: Eva Yerbabuena, Vicente Amigo,
El Cigala, La Argentina, Israel Galván y Miguel Poveda. El amor al flamenco,
que es lo que este festival destila por los cuatro costados, con una
organización enamorada de lo jondo en todas sus manifestaciones, provoca estas
cosas. La Unión respira jondura, como reza el letrero que recibe al viajero a
la entrada de la localidad: “Ciudad minera y flamenca”. Una emotiva declaración
de principios. Todos los intérpretes de la final lograron conmoverme. El
onubense Jeromo Segura, de 34 años, se alzó con la Lámpara Minera, máximo
galardón del festival, dotado con 15000 euros, además de con los premios por
cartageneras y soleares, con una interpretación de cantes trianeros
espeluznante. Segura, que dedicó el premio a su familia y al cantaor unionense
Pencho Cros, es un profesional de larga trayectoria que actualmente dedica la
mayor parte de su vida profesional a cantar para Eva Yerbabuena. Confía en que
este galardón sea su espaldarazo como solista. Edu Guerrero fue el triunfador en el apartado de baile, obteniendo los 4500 euros del trofeo Desplante Minero, con Mercedes de Córdoba como finalista y 3000 euros.
La sevillana de 25 años Cristina Tovar ganó el premio por seguiriyas, dotado con 3000 euros, y el Niño de Gines,
nacido en la localidad de la que toma su nombre artístico en 1991, hizo lo
propio por abandolaos por otros 3000 euros. Los 6000 euros del premio El Filón al mejor instrumentista fueron
para el bajista sevillano Pepe Bao que ofreció una taranta futurista y unas
bulerías pletóricas de compás, creatividad y sentido flamenco. Procedente de
ámbitos rockeros, Bao ha compartido experiencias musicales sevillanas notables
junto a Raimundo Amador o O’Funk’illo, entre otros, en los últimos 20 años. Lo
cierto es que la visión del flamenco desde el bajo eléctrico que ofreció Bao en
las tablas del Antiguo Mercado de La Unión abre el camino a nuevos territorios
de lo jondo, que es uno de los motivos inspiradores del premio El Filón, único
en el ámbito de los concursos flamencos, instituido en el Festival de las Minas
hace unos años. Honestamente, creo que se trata del premio con más proyección
de los otorgados este año. Y ello, por la enorme calidad musical y de puesta en
escena de Bao al actualizar una tradición, el flamenco eléctrico, creada
involuntariamente por Sabicas a finales de los 60. El flamenco eléctrico es el
nombre de una de las tendencias con más futuro de lo jondo. Desde ya podemos
acuñar la fórmula de, “contra los camelos de la fusión, la mejor medicina es el
bajo de Bao”. Bao ha aplicado con
naturalidad las técnicas del flamenco a su instrumento, y ha asimilado la
música tradicional jonda sin complejos ni efectismos. Bao es consciente de un
hecho tan sencillo como que el flamenco es música y él es un músico. Conoce su
instrumento, y la tradición de su instrumento, y el flamenco, y la tradición
del flamenco. Nada menos. Por eso ha sido el digno Filón de este año. El
saxofonista Gautama del Campo obtuvo el segundo premio de instrumentos y 3000
euros. Otros ganadores en la modalidad de cante fueron Sebastián Cruz (Beas,
Huelva, 1977) por malagueñas y María Mezcle (Sanlúcar de Barrameda, Cádiz, 1987)
por cantiñas. Todos ellos recibieron
3000 euros de premio por sus cantes. Los galardones de guitarra quedaron
desiertos.
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